Vivimos fechas que parecen sacadas de un constante guion de cine, donde el «hoy» no es el «mañana» que esperábamos; guerras, volcanes, tsunamis, terremotos, el hambre en el mundo, las enfermedades que nos acechan…

Gran parte de la población mundial debe lidiar a diario con estas situaciones, mientras otras personas, por acción de los medios de comunicación, normaliza de alguna manera su vida dentro de estos bombardeos constantes de «malas noticias» y se mantiene abstraída en averiguar si es mejor hacer ayuno intermitente o Dieta Keto para perder peso… Y así, poco a poco vamos creando tolerancia a todas estas circunstancias.

Pero además, nosotros los enfermeros/as tenemos que sumarle la evolución antinatural de nuestra precaria historia en determinadas áreas de mejora y reconocimiento para nuestra profesión, que se han ido convirtiendo en una constante a la que no deberíamos acostumbrarnos.

Como profesionales autónomos y altamente cualificados, no deberíamos conformarnos con la tendencia histórica en España de “dar un paso adelante y que nos inviten a dar dos atrás”.

Estos días, hemos sabido por diferentes medios, que el Colegio de Médicos de Asturias ha denunciado a la Consejería de Salud por designar directores generales enfermeros en lugar de médicos. La demanda, interpuesta por el Colegio, ha sido admitida a trámite por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. El Colegio de Médicos argumenta, que los nuevos nombramientos correspondientes a dos direcciones generales (la de Cuidados, Humanización y Atención Sociosanitaria y la de Política y Planificación Sanitaria) «suponen una extralimitación legal por parte del Gobierno del Principado».

En la actualidad de las cuatro direcciones generales de la Consejería de Salud, dos están desempeñadas por Enfermeros (Sergio Valles y María Josefa Fernández Cañedo), una por una Licenciado en Farmacia (Elena Llorente) y la cuarta por un Médico (Lidia Clara Rodríguez).

Realidad de la Gestión enfermera

No deberíamos justificarnos; profesionalmente estamos más que cualificados y reconocidos para asumir competencias de este calibre.

La «Gestión del Cuidado de Enfermería» se definecomo la aplicación de un juicio profesional en cuanto a  planificación, organización, motivación y control de la provisión de cuidados, oportunos, seguros, integrales, que aseguren la continuidad de la atención y se sustenten en lineamientos estratégicos, para obtener como producto final la salud”.

La Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las profesiones sanitarias (LOPS), “reconoce a las enfermeras la autonomía y responsabilidad en el ejercicio de la profesión que desempeñan y señala que le corresponde la dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud”.

Es en esta misma Ley donde se reflejan perfectamente las competencias clave para el progreso de la función de gestión enfermera, que han ido evolucionando hacia una Enfermería de Práctica Avanzada en Gestión, determinada por la posibilidad de acceder a estudios de nivel avanzado en liderazgo, gestión e investigación y con las cuales somos más que capaces de planificar, organizar, desarrollar y evaluar la evidencia científica disponible, para posteriormente aplicarla a la gestión de recursos y la resolución de problemas complejos en el ámbito sanitario.

 

Se avecinan grandes cambios

El futuro es un reto que debemos asumir a nivel personal, pero también es una responsabilidad del colectivo. Ocupar el lugar que nos corresponde por legitimidad de origen y de ejercicio, se convierte en un proceso vital para alcanzar un mayor reconocimiento de la profesión y una representación real dentro las políticas sanitarias.

No cabe duda de que, en el ámbito laboral actual dentro del Marco Europeo de Cualificaciones, la enseñanza básica se configura como acceso a la profesión, pero actualmente se demanda una buena formación postgrado, o una especialización, además de paciencia y empatía, que deben complementarse con las dosis de coraje necesarias para afrontar el futuro de la enfermería con ilusión y determinación.

Adquirir nuevos conocimientos, habilidades y actitudes va a definir nuestro nivel de competencia y en nuestro entorno actual (que se ha desarrollado tradicionalmente bajo un enfoque desde el punto de vista médico) se muestra más necesario que nunca.

Por ello, es de vital importancia  potenciar y desarrollar más roles enfermeros que continúen demostrando con éxito que, además de estar capacitados legal, profesional y moralmente como colectivo, también tenemos instrumentos que nos permitirán planificar, ejecutar y evaluar los futuros retos que se avecinan inexorablemente en los sistemas de salud actuales, que deben transformarse en estructuras que sean capaces de generar un modelo sanitario sostenible, equitativo, de calidad y accesible, lo que permitirá que podamos continuar siendo garantes del progreso y el cuidado de nuestras sociedades.